Efectivamente, tras una manualidad hay muchas cosas que no se ven, pero quizás sí que son lo más importante.
Estas actividades fomentan el desarrollo intelectual de los niños y niñas, su memoria, la atención y la concentración, estimulando así ambos lados del cerebro y favoreciendo su correcto desarrollo. Aportan, además, dentro de la competencia lingüística, el aprendizaje de conceptos nuevos y de vocabulario.
Ni qué decir tiene que, para ello, nuestros niños/as trabajan sus habilidades dentro de la motricidad fina que les ayudarán en su futuro en la escritura. Si a eso le añadimos que lo hacen en un ambiente agradable, con música apropiada y con sus compañeros/as, trabajando en equipo e interactuando y cooperando con iguales, es una actividad completa. De esta manera comparten ideas y aprenden a ser tolerantes con los demás. Por ello, no sólo mejoran y adquieren habilidades sociales, sino que también promueven su autoestima, ya que es una manera de expresarse, no solo intelectualmente, sino que también manipulativamente haciendo uso de la creatividad e imaginación.
Por lo tanto, ante una manualidad, no nos quedemos únicamente en lo que se ve.